¿Las bacterias llevan la delantera? Las infecciones resistentes a los antibióticos llevan décadas presentándose; sin embargo, hasta hace poco empezaron a ganar protagonismo por representar una amenaza latente.
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Bacterias vencen a los antibióticos: la amenaza “silenciosa” crece
Hoy, realizar una cirugía de forma segura, curar una herida infectada o tratar enfermedades bacterianas es posible debido a los antimicrobianos, pero en los últimos años han perdido eficacia.
A decir de Samuel Ponce de León Rosales, coordinador del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE) de la UNAM, cuando alguien tiene una infección resistente, “puede morir debido a algo que antes se podía tratar fácilmente. Si los antibióticos son poco efectivos, los riesgos de operarse por un apéndice, vesícula o por una fractura, aumentan”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, cada año, 1.27 millones de personas pierden la vida por este problema y, de no tomarse medidas, la cifra podría aumentar a 10 millones de muertes en 2050.
Para Ponce de León, también jefe del Laboratorio de Microbioma en el área de Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, esto sucede debido a que, de manera natural, las bacterias y patógenos evolucionan para resistir los antibióticos, y este problema se agrava al usarlos de manera indiscriminada.
“Los problemas respiratorios virales son la primera causa de consulta en los sistemas médicos. En un cálculo conservador, hay 50 millones de episodios por año y, de estos, el 95 % no requieren tratamiento con antibióticos; sin embargo, los reciben”.
Otro factor que favorece la resistencia a los antimicrobianos es la lentitud de las farmacéuticas para desarrollar moléculas útiles. Debido a la complejidad de la investigación, una normatividad regulatoria estricta y la inversión requerida dejaron de aparecer antibióticos nuevos:
“La industria vio que no era rentable seguir indagando en esto y se centró en áreas que han crecido mucho y que son importantes, como la quimioterapia para el tratamiento de cáncer”.
Iniciativa universitaria contra las bacterias
Desde 2015, especialistas de la Universidad Nacional comenzaron a juntar evidencia de esta pandemia silenciosa y de las bacterias.
Ponce de León señala que nuestro país carecía de datos amplios, confiables y suficientes como para determinar en dónde nos encontrábamos en cuanto a resistencia a los antimicrobianos.
“Con un grupo de expertos decidimos que la UNAM era el sitio ideal para dicha tarea y empezamos a recopilar publicaciones sobre el tema y establecimos un laboratorio para recibir muestras, estudiarlas y acumular información”.
Con el objetivo de proporcionar datos al gobierno y sociedad para mostrarles lo grave del problema, se creó el Plan Universitario para el Control de la Resistencia Antimicrobiana (PUCRA). “Precisamos un plan que nos diga a dónde vamos a llegar en 10, 20 y 30 años, en términos de disminución de los niveles de resistencia”, aseguró el investigador.
El PUCRA lidera una red que inició con 14 hospitales y que, para 2023, constaba de 59 instituciones de 16 estados de la República que envían datos de bacterias aisladas en muestras de sangre y orina de pacientes para analizar la información y vigilar el comportamiento de resistencia de siete patógenos ante diversos antibióticos (Klebsiella pneumoniae, Escherichia coli, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa, Enterobacter cloacae, Staphylococcus aureus y Enterococcus faecium).
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Finalmente, como menciona María Guadalupe Miranda Novales, coordinadora de actividades del PUCRA, “si un hospital nos dice: tengo una colección de aislamientos o cepas de una bacteria resistente a todos los antibióticos, solicitamos la muestra, estudiamos qué se le puede hacer, realizamos la identificación, corroboramos la resistencia y vemos los análisis genéticos para identificar los mecanismos que se diseminan”.
“Las bacterias han llegado a ser tan hábiles que comparten dichos mecanismos de resistencia entre sí. Esto es un problema, pues estos genes que codifican para la resistencia de un antibiótico se pasan de bacteria a bacteria y así se van haciendo menos sensibles”.