Este virus no es nuevo, ya que fue descubierto en el año 1956, pero en los últimos años, se ha convertido en el principal causante de infecciones respiratorias agudas que requieren de hospitalización en el infante, mayormente en lactantes.
La gravedad de la infección varía entre leves síntomas respiratorios hasta una infección respiratoria aguda con baja saturación de oxígeno, obstrucción de la vía aérea o dificultad para respirar, aumento en la producción de moco y riesgo de contraer bronquiolitis con o sin bronconeumonía.
Uno de los pasos más importantes, si es que alguien en su familia presenta síntomas de resfriado es evitar la propagación del virus, por lo que se recomienda:
- Lavarse correctamente las manos, con agua y jabón, localizando la punta de los dedos hacia arriba dejando que el agua y jabón escurran en sus manos. Secarse con toalla desinfectante y desechable.
- Evitar el contacto cercano con otras personas, de preferencia portar cubrebocas y no tocar superficies ni compartir alimentos o bebidas.
- Desinfectar las áreas o superficies que se tocan frecuentemente, como las manijas de las puertas, del refrigerador, dispositivos móviles, juguetes, etc.
- Limitar el tiempo de recreación en guarderías u otros entornos potencialmente contagiosos durante los periodos de alza en los casos de VRS, particularmente al inicio del invierno.
Los niños con un sistema inmunológico debilitado son los más propensos a contraer el virus respiratorio sincicial y la primera fuente de contagio en niños es habitualmente por otro niño. Si su hijo se encuentra con alto riesgo de contraer el VRS, acuda a su unidad médica más cercana y tome las debidas precauciones.